martes, 24 de diciembre de 2013

Depresión de fin de año



Por estos lares, el fin de año generalmente significa una época de alegría, fraternidad y agradecimiento; sin embargo,  toda la avalancha de significados y emociones que provoca la época naturalmente provoca en mayor o menor medida estados depresivos, de melancolía y nostalgia.

Son varios los factores que pueden incidir en que esta época sea especialmente depresiva, el clima, menos horas de luz solar, el análisis de nuestras metas no alcanzadas y el omnipresente recordatorio navideño vía adornos, música, comida etc.

La desilusión sobre las fiestas es otro factor, esperamos mucho de la reunión con nuestros familiares y de la convivencia, cuesta trabajo socializar y finalmente viene una sensación de nostalgia por un pasado que se percibió mejor. 

Más doloroso es cuando nos falta un ser querido importante y con quien desearíamos vivir y compartir la navidad y el fin de año. Cuando se les extraña tanto es imposible no vivir con algo de tristeza el trascurrir de estos días.

Especialistas del ISSSTE proponen los siguientes consejos para mejorar un poco la calidad de vida en estas fiestas decembrinas:

• Identificar los miedos: Tratar de encontrar a qué se le teme y evaluar si esas preocupaciones tienen fundamento.

• Hacer listas de agradecimientos: Una enumeración de las cosas positivas que se tienen, como la buena salud, la compañía de la familia, la posibilidad de trabajar, las amistades, etc.

• Cambiar de ambiente: Los recuerdos, ya sean malos o “dolorosamente buenos”, pueden hacerse un poco más livianos si no se permanece en el mismo lugar donde se produjeron; un paseo o un viaje corto reduce la ansiedad en algunos individuos.

• Ayudar a otros: La sensación de hacer algo útil por personas menos afortunadas contribuye a elevar la autoestima y a reconciliarse con las actividades de la fecha.
• No beber en exceso: El olvido que proporciona el alcohol es sólo temporal y no contribuye a resolver el problema.

Procurar espacios iluminados: Algunos estudios han demostrado que los ambientes bien iluminados ayudan a combatir la depresión y que vestirse con colores llamativos demuestra vitalidad.

Convive con tus amigos: Únete a la fiesta. Interactuar con otros, hará que tu ánimo mejore.
Aprovecho esta oportunidad para mandar un cordial y cálido abrazo a todos los lectores de este blog, deseándoles una muy feliz navidad en compañía de toda su familia y amistades.

Para cualquier malestar navideño recuerda tu asesoría psicológica vía telefónica al

01 800 111 8111

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Psic. José Luis Ramírez Esparza





miércoles, 18 de diciembre de 2013

Inmigración y crisis, síndrome de Ulises



México es un país de viajeros, aquellos quienes nos visitan para quedarse un tiempo o para siempre en estas tierras y aún más numerosa, nuestra propia gente que se ve obligada a buscar el destino más allá de nuestras fronteras. La inmigración en nuestro país es una contingencia emergente y que en el siglo XXI genera procesos de ansiedad y estrés nunca antes vistos; actualmente mueren 1000 personas al año tratando de cruzar la frontera, los inmigrantes centroamericanos viven vejaciones y penurias a su paso por el territorio nacional.

Ante esta emergencia  es necesario hacer conciencia sobre lo que se vive al emprender la marcha hacia “el otro lado”. Por eso, se ha creado un cuadro de características sintomáticas y malestares que popularmente se ha llamado síndrome del inmigrante o síndrome de Ulises, en evocación al protagonista de la obra griega La Odisea. Este síndrome se propicia como resultado de una serie de factores estresantes como el hambre, la deshidratación, la sensación de inseguridad y miedo al entorno, el temor a la muerte, la falta de vivienda, alteraciones en la calidad del sueño, hacinamiento, agresión física, psicológica y sexual, humillación, fracaso en cruzar la frontera y un larguísimo etcétera.
Las manifestaciones clínicas pueden confundirse con las de un cuadro depresivo severo, por lo cual debe hacerse un estudio profundo de cada caso particular. Generalmente los síntomas del síndrome de Ulises son:

Rasgos depresivos: Tristeza, sensación de indefensión, fracaso, llanto, sensación de culpa, e ideas de muerte constante.

Rasgos de ansiedad: Tensión, nerviosismo, ideas inquietantes recurrentes, no es posible concretar un pensamiento claro, irritabilidad e insomnio.

Somatización: Incluye dolor de cabeza difuso y sensación de fatiga constante, se puede mezclar con problemas digestivos como diarrea, gastritis y colitis. Pueden presentar una sensación de nausea que los invade todo el día.

Problemas cognitivos y de confusión: Disminución del rendimiento de la memoria a corto plazo, en la focalización y sostenimiento de la atención.

Los síntomas van desapareciendo poco a poco sobre todo aquellos confesionales, sin embargo hay otros síntomas como la ansiedad y el estado depresivo que pueden incluso ser permanentes, de ahí la importancia de la correcta intervención psicosocial para esta población.

Los inmigrantes viven en un estado psicótico permanente durante su travesía, tratan de ser invisibles para no ser repatriados, se viven fragmentados por el choque cultural sin la posibilidad de una elaboración sana de lo que ocurre en su nueva realidad.

Tienes a un profesional dispuesto a escucharte. Asesoría psicológica vía telefónica  las 24 horas en el01 800 111 8111

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Psic. José Luis Ramírez Esparza






miércoles, 11 de diciembre de 2013

El reencuentro con los seres amados.


Cuando la distancia nos separa de aquellas personas que amamos profundamente, sentimos el pesar de no saber qué les sucede, cómo acontece la vida y el pensamiento muchas horas se dedica a la especulación.  ¿Realmente decidimos alejarnos? Es posible que la decisión de dejar atrás a nuestra familia sea secundaria a una situación relevante como puede ser el trabajo, estudios, matrimonio o el simple deseo de independencia. Pero, aún  con lo importante que pudo ser nuestro motivo de haber partido, el dolor en muchos casos es inevitable. Bien citado es aquel pensamiento que dice que el amar es renunciar; dejar de estar atado a lo de siempre; el cambio lo deseemos o no,  tiene que ocurrir.

Es agradable pensar que siempre al dejar a un ser amado se trata de una decisión propia, lamentablemente en la mayoría de los casos es la vida y sus derroteros lo que nos mueve y nos aleja.  Es por ello que el reencuentro además de ser una realidad palpable, también es una fantasía, es una esperanza que incluso llegar a traspasar los límites de nuestra existencia.

El reencuentro es un espacio de posibilidad que ayuda a la mente a tolerar la realidad.  No podemos entender la potencialidad del re-encuentro sin antes entender la naturaleza del porqué lo deseamos. Nos volvemos a encontrar con nuestra familia después de un largo viaje, al terminar una jornada de trabajo, al perdonar el padre ausente, cuando un preso sale de prisión, etc.

Hay un reencuentro sumamente añorado, el de reencontrarnos con nuestros seres amados que han muerto. La esperanza máxima en la existencia humana es la perpetuidad del vínculo, la muerte nos asusta porque amenaza esta continuidad; por ello al pasar la vida y al perder vínculos tan inmensos como el de los padres por ejemplo, la muerte se va endulzando en la posibilidad del reencuentro, ahora metafísico. En este momento recuerdo a mi anciana abuela diciéndome con su voz cansada “me estoy acercando a la eternidad,  mi viejo y mi hijo van a venir por mí”, lo último pronunciado con añoranza.

Todo reencuentro es una explosión de afecto, se vive eufóricamente, en el desbordamiento de sentimientos o en su contraparte, en la negación de este afecto que sería la apatía. Como sea, es un momento que no nos deja indiferentes. Vivamos nuestros reencuentros de todos los días, apreciemos el placer regresar y ver regresar, al final la vida se trata de un ciclo de encontrarnos, perdernos y re-encontrarnos.

Recuerda que puedes tener asesoría psicológica vía telefónica  las 24 horas en el

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Psic. José Luis Ramírez Esparza






miércoles, 4 de diciembre de 2013

Síndrome de abstinencia alcohólica


Las adicciones representan un inmenso dolor para quienes las padecen y quienes les rodean. En un momento nos volvemos esclavos de una sustancia; dejamos de sentirnos dueños de nosotros mismos y una sensación de deriva nos invade.

El alcohol es una sustancia fácil de conseguir, legal, disponible casi siempre, a nuestro alcance, incluso barata. Sin embargo es una sustancia que produce adicción y por lo tanto un síndrome de abstinencia; es decir un conjunto de trastornos físicos y psicológicos que le suceden a quien ya es dependiente al alcohol y lo suspende de forma brusca o bien lo disminuye significativamente su consumo.
Sucede que nuestro sistema nervioso central al recibir constantemente dosis alcohólicas deja de producir  ciertas sustancias similares que al momento de suprimir el alcohol, el cuerpo no vuelve a producir inmediata o permanentemente. Naturalmente, nuestro cuerpo percibe esta deficiencia como una variedad de malestares y problemas adjuntos.

 ¿Quién podría tener un síndrome de abstinencia alcohólica?

Podría ser aquel que consume repetidamente alcohol, excediendo la cantidad socialmente aceptada, interfiriendo con su salud, sus relaciones interpersonales y/o su capacidad para el trabajo. Es quien constantemente bebe hasta conseguir la sensación de ebriedad (una o más veces por semana), aún más peligroso cuando se hace por angustia, depresión o como coloquialmente se le dice “para olvidar”.
Regularmente para dejar el alcohol no se necesita más que voluntad, sin embargo, cuando se presenta un síndrome de abstinencia es necesario implementar un programa de desintoxicación que incluya tratamiento médico y psicológico.


¿Qué signos y síntomas produce el síndrome de abstinencia alcohólico?

Existen diferentes grados de síndrome de abstinencia al alcohol: leve, moderado y severo.

Leve
  • ·      Pérdida de apetito
  • ·         Falta de sueño
  • ·         Temblores leves
  • ·         Sudación discreta
  • ·         Náuseas ocasionales
  • ·         Agitación
  • ·         Inquietud

Moderado

·         Falta de apetito
·         Náuseas y vómitos ocasionales
·         Falta de sueño
·         Temblor moderado
·         Sudación moderada
·         Sentimientos de angustia
·         Agitación
·         Deseo intenso de ingerir alcohol
·         Fallas en la memoria

Severo

·         Negativa a ingerir alimentos
·         Náusea y vómito constante
·         Incapacidad para conciliar el sueño
·         Temblor de moderado a severo
·         Sudación de moderada a severa
·         Angustia y agitación severas
·         Deseo muy intenso de ingerir alcohol
·         Pérdida de la memoria para los hechos recientes
·         Convulsiones
·         Delirium tremens (pérdida de contacto con la realidad)
·         Alucinosis alcohólica

Como en toda enfermedad, el mejor tratamiento es la prevención. Evita el exceso en el consumo del alcohol, tomando siempre con moderación.

¿Tienes dudas? Recuerda que puedes tener asesoría psicológica vía telefónica  las 24 horas en el

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Psic. José Luis Ramírez Esparza