En el 2010, el número de madres solteras ascendía a 880
mil, seis de cada diez viven en casa de su padre o madre y aportan al 47.3% de la economía nacional,
incluyendo a solteras, divorciadas y viudas (INEGI, 2010).
La maternidad en nuestro mundo mestizo mexicano, sigue
siendo considerada como un acto sublime, protegido de sí mismo y socialmente
por dos instituciones: el matrimonio y la familia. (Gonzalbo, 2006). Bajo este precepto, en tiempos coloniales son
las propias familias las encargadas de dar escarnio a aquellas integrantes
madres solteras, retirándoles su apoyo e incluso vituperando su honorabilidad. Con
el movimiento histórico de liberación femenina la situación ha mejorado en
cuanto al concepto que se tiene de la madre soltera, sin embargo, aún existen
muchos obstáculos por sortear. El primer contratiempo que se encuentra es la
estandarización de la madre soltera como un grupo cerrado “de riesgo”, cuando
en la realidad, cada madre, es una historia única conformada por su forma de
ser y la de los grupos de donde viene. Al ver que el elemento central de la maternidad
es la propia madre, nos planteamos como profesionales las siguientes
cuestiones: ¿qué capacidades tiene?, ¿cuáles son sus intereses?, ¿cuáles son
sus actitudes respecto a la vida?, ¿cómo puede ayudársele a desarrollar su
potencial?, ¿qué clase de trabajo sería apropiado para ella dentro de cinco,
diez o veinte años? (Narramore, 1987)
Aún con las avances en materia de comprensión y apoyo
institucional, la madre soltera sigue sintiendo frecuentemente alguna carga de
culpa. Y esta culpa a veces recae en sentir que no se les da algo completo a
los hijos, que hay una falta y sin embargo, al mismo tiempo se administra en el
cumplimiento de tareas propias de ambos roles, paternos y maternos, en tareas
de educación, domesticas, culturales y económicas, lo cual es un enorme reto.
Dedican gran parte de su tiempo trabajando y estudiando, por lo que hay madres
que sobre-compensan esta carencia de contacto con sus hijos.
El halo actual de la madre soltera incluye también el
de la “supermamá” capaz de hacer todo, rescatadora y que sacrifica todo por el
bienestar de sus hijos. Tampoco se trata de idealizar esta figura, sino de
reconocer las capacidades y limitaciones que conforman a cada mamá. La madre
tiene que estar bien, primero consigo misma, cumplir con sus metas y anhelos en
la medida de lo posible; dar el cariño sincero de una madre y reconocer que la felicidad
es un legado que se puede pasar de una madre a un hijo.
Psic. José Luis
Ramírez Esparza
Fuentes:
Instituto de
Estadística, Geografía e Informática (2010). Estadística a propósito del día de
las madres. Datos nacionales. México: Autor.
Gonzalbo A., P.
(2006). Fracaso del amor: género e individualismo en el siglo XIX mexicano. Historia
de México.
Narramore, C.
(1987). Enciclopedia de problemas psicológicos. Miami, FL: Unilit.