Imagina la vida sin aprendizaje, viviendo
permanentemente en el pasado lejano sin la posibilidad de generar recuerdos
nuevos, en donde el presente es una confusa ilusión deshilvanada de la
continuidad temporal de nuestra historia de vida.
En 1887, el
neuropsiquiatra ruso Sergey Korsakoff observó con curiosidad un síndrome que
afecta la memoria, dificultando significativamente la posibilidad de
aprendizaje. El tipo de memoria afectada
es la anterógrada (la que se encarga de generar recuerdos recientes), de igual
forma puede afectar la memoria
retrograda (recuerdos viejos). Los
síntomas poseen cierta diversidad de modalidades; bien puede presentarse una
amnesia pura y de comienzo abrupto, como también puede aparecer con otros
trastornos cognitivos globales (lenguaje, atención), en otros casos el síndrome
aparece de forma lenta y prolongada. Actualmente el síndrome de Korsakoff se
considera una etapa tardía o residual de una encefalopatía aguda llamada
Síndrome de Wernicke-Korsakoff.
El principal causante de este trastorno es la
deficiencia de tiamina (vitamina B1), frecuente en personas con alcoholismo
crónico. Esto se debe a que el alcohol interfiere en la correcta absorción
digestiva de esta vitamina. Otros causantes menos frecuentes pueden ser la
desnutrición, vómitos persistentes, hemodiálisis, SIDA, procesos infecciosos,
mal absorción intestinal y daño vascular o tumores en el área cerebral fronto-diancefálica.
Implicaciones
psicológicas
Como es la memoria a corto plazo la más afectada, los
pacientes con S. de Korsakoff tienen
dificultades para evocar información o sucesos ocurridos recientemente; sin
embargo, son capaces de recordar con buena calidad datos autobiográficos de su
infancia o adolescencia. Suelen
presentar también aplanamiento afectivo, careciendo de motivación emocional o
de la apariencia de compartir emociones con las personas que le rodean. Se
dificulta el poder sostener conversaciones llegando al caso de presentar
mutismo (la aversión voluntaria a hablar con otras personas)
Los pacientes recurrentemente no son conscientes de
sus fallos de memoria (anosognosia), por lo que los niegan obstinadamente. Finalmente suelen confabular, es decir,
rellenan sus huecos de memoria con contenidos irreales y fantasiosos, mezclando
contextos y épocas. Otros simplemente dicen “no lo recuerdo”
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Psic. José Luis
Ramírez Esparza
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