Nadie nos enseña a ser padres, es una vivencia
aprendida a partir de la enseñanza de nuestros propios progenitores, del sentido
común e ir poco a poco conociendo los
pormenores de la conducta de nuestros niños.
Cuando existe algún problema con la conducta o afectos
en el niño, generalmente se suele recurrir al médico familiar o pediatra de
cabecera como primeras opciones. Esta decisión, si bien es lógica en nuestro
sistema de salud, podría no ser la más adecuada; en primer lugar, porqué no son
especialistas en el área psicológica y conductual del niño y en segundo, porque
la primera opción de tratamiento sería farmacológica, con el riesgo de ser
contraproducente o iatrogénica en el mediano y largo plazo.
Existe una diversidad oceánica de perspectivas y
técnicas psicológicas que ayudan a padres e hijos en la conformación de una
vida social y psicológica sanas, siendo sólo de forma muy puntual la
lateralización entre la psicoterapia y la administración de medicamentos
psicoactivos.
¿Cuándo
solicitar cita con el psicólogo?
1.
Cuando existan
comportamientos desadaptados o
desajustados, y no es posible un correcto ajuste con el medio, como ejemplo:
·
Un niño
hiperactivo que propicia desorden y caos en su grupo escolar, afectando a sus
compañeros y maestros.
·
Existencia de
fobias, ya sea sociales, a un lugar en específico, a la oscuridad, etc., y con
un nivel de ansiedad mucho mayor al esperado para un niño de su edad.
2.
Déficits o
excesos en los comportamientos o
aptitudes.
·
El niño o niña no
hable a cierta edad, o bajo condiciones grupales con niños de su misma edad o
adultos.
·
No pueda dominar
procesos de lecto-escritura a pesar de repetidos esfuerzos pedagógicos y
didácticos.
·
Observar al niño
absorto en una sola actividad, por ejemplo ver televisión por tres horas
consecutivas sin siquiera moverse. O por el contrario, un niño que no es capaz
de sostener una misma actividad por un tiempo razonable, catalogándolo como
hiperactivo.
3.
Cuando un
problema tiene una frecuencia, duración e intensidad por encima de lo normal.
·
En cuanto a
frecuencia, no es lo mismo un niño hace pipí en la cama una vez año, que aquel
que lo hace diariamente. Analizar cuántas veces sucede una situación
problemática o de sufrimiento. Si es aislado, ocasional o de forma continua.
·
En cuanto a la
duración, no es lo mismo una rabieta de 5 minutos, que una que se prolonga
durante varios días. Ni tampoco un evento fóbico que se presenta sólo durante
la exposición con el objeto que la que mantiene en ansiedad toda la noche al
niño.
·
En cuanto a
intensidad, se trata de observar la profundidad de sufrimiento que tiene el
niño, la saña o mal intención de sus travesuras, la cantidad de micción u orina
al orinarse en la cama.
Para finalizar, la mejor herramienta es la comunicación en primera
instancia con el niño o niña, cuáles son sus pensamientos y sentimientos, si
encuentra bienestar o malestar en él o ella. También la comunicación con
maestros, amigos y demás personas que conforman el medio social de nuestros
hijos.
Para
asesoría psicológica marca al 01 800 111 8111
Psic. José Luis
Ramírez Esparza
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