Sísifo de
Tiziano. 1548. Museo del Prado
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“Nuestra
recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total
es una victoria completa” Mahatma
Ghandi.
Esa cualidad del perseverar a pesar del esfuerzo y el
dolor ha venido a la baja, en estos días, ingenuamente la cultura nos vende la
idea de la riqueza y éxito a través de la facilidad, el nepotismo y la
fechoría; cuando se nombra la constancia
es vislumbrada como aquel Sísifo, quien
carga su piedra eternamente y sin sentido. Por el contrario, la constancia representa la construcción de
un deseo, la anexión de realidad a una ilusión conforme a la consumación de esfuerzos.
Podemos decir que es la capacidad de mantener una relación perdurable con alguna tarea o persona, cuya
sustitución resulta dolorosa o inadmisible. Casi siempre es pensada como
virtud, sólo como un sustantivo que reside en la gente, sin embargo es un
actuar, un venir y seguir haciendo; en tal caso, se desarrolla paulatinamente en
un proceso seductor entre la persona y su motivo de constancia. No somos
constantes porque sí, lo somos al creer en un proyecto o en una persona, nos
convence y nos liga él-ella. La constancia es una apuesta.
El ser contante nos apoya en el conocimiento y
reconocimiento de nuestras propias emociones, su gradualidad e intensidad;
porque a través de la constancia observamos nuestras capacidades, pero sobre
todo, nuestras limitantes. Convergemos entre cuajar logros y soportar la frustración
de no poder hacer las cosas como las pensamos. Siendo constantes, vamos
descubriendo que existen proyectos de
perseverancia fácil, mientras que hay otros que nos exigen toda una vida de
devoción y esfuerzo, y aún así no poder ser considerada una “victoria”.
El esfuerzo por alcanzar un logro dibuja diferentes
vías que seguir, la meta por la cual existe la constancia, cambia y adquiere
formas diferentes, se entiende que los métodos que nos llevan a realizar un
logro no son lineales y los caminos de la constancia están llenos de idas y
regresos. En otras palabras, la constancia sin fracaso no puede seguir
llamándose así.
En un giro sobre este interesante concepto, la
constancia es el aseguramiento del vínculo entre los seres humanos. Por
ejemplo, el niño sabe que a pesar de la ausencia temporal de sus padres, ellos regresarán
y por eso puede ir al jardín de niños cada vez más tranquilo. Es también, lo
que permite que la persona celosa vaya aliviando su ansiedad cada que ve a su
pareja con otras personas en la cotidianidad. Al ser constantes aseguramos a
quienes tenemos alrededor que somos confiables, alguien con quien se puede
contar, creamos una seguridad de que el fracaso no nos ha destruido ni lo hará;
con eso, conseguir logros y éxito no es más que una pequeña añadidura de la
experiencia inconmensurable de dar siempre el más alto y mejor esfuerzo.
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asesoría psicológica marca al 01 800 111 8111
Psic. José Luis
Ramírez Esparza
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