Una de las partes más dolorosas de la naturaleza humana es la
pérdida. Y es justamente de este dolor de donde proviene el término duelo; el
cual es la reacción normal ante la pérdida de un ser querido, de nuestra propia
vida o una forma de vivirla, siendo por lo tanto en fenómeno puramente
subjetivo que se vive de forma diferente de persona en persona. Sin embargo,
tiene un carácter universal y es parte de la existencia de todos nosotros.
Tiene características que afectan lo físico, lo psicológico y
lo social. La duración y la intensidad de un estado de duelo varía en relación
a la resistencia individual de cada individuo, su red de apoyo familiar e
institucional (por ejemplo instituciones de salud, o trabajo, por citar algunas).
El duelo es dividido generalmente en distintas fases,
existiendo muchas modificaciones que cada autor maneja según su propio
criterio, aquí les presento una serie de fases que representan un duelo normal.
1. Primera etapa: se caracteriza por un estado de
choque más o menos intenso, hay una alteración en el afecto, como una
sensibilidad anestesiada, el intelecto está paralizado y se afecta el aspecto
fisiológico con irregularidades en el ritmo cardíaco náuseas o temblor. Se
vive un rechazo e incredulidad que puede llegar hasta la negación, observable
por un comportamiento tranquilo e insensible, o por el contrario, exaltado y
maníaco. Esta fase es generalmente de corta duración, se extiende desde el anuncio
de la muerte hasta el término de los
rituales fúnebres.
2. Etapa central: es el núcleo mismo del duelo; se distingue
por un estado depresivo y es la etapa de mayor duración. Al principio, la imagen
del desaparecido ocupa siempre y por completo la mente del doliente. Conforme
pasa el tiempo, alternan momentos de recuerdo doloroso con la paulatina
reorganización de la vida externa e interna de quien sufrió la pérdida. En esta
fase se recuerda constantemente al desaparecido y se añoran los pequeños detalles
de la vida cotidiana que se compartían. Existe una depresión que se instala rápidamente
después de acaecido el fallecimiento y que va a durar desde meses hasta años
(en el caso de complicaciones en la elaboración del duelo). El estado depresivo
del duelo hace que la persona, totalmente ocupada de su objeto doloroso, viva
replegada sobre sí misma. Nada le interesa ya, el mundo está vacío y sin
atractivos.
3. Etapa final: es el periodo de restablecimiento. Comienza
cuando el sujeto mira hacia el futuro, se
interesa por nuevos objetos y es capaz de volver a sentir nuevos deseos y de expresarlos.
Este periodo de adaptación se manifiesta por el desarrollo de
nuevas relaciones sociales. Puede haber una separación de los objetos
personales del fallecido, guardando solamente
los más significativos. El estado depresivo se disipa, el dolor y la
pena van disminuyendo, la persona experimenta un alivio. El final del duelo se manifiesta,
esencialmente, por la capacidad de amar de nuevo.
Estar en duelo es una etapa de gran dolor y crecimiento;
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Psic. José Luis Ramírez Esparza
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