La creación de instrumentos de medición ha sido
fundamental en los avances científicos y tecnológicos del último siglo. Todo
puede ser mensurable teniendo la escala indicada y la inteligencia no está exenta.
Pero antes, para saber cómo medir la inteligencia,
deberíamos preguntarnos ¿qué es ser
inteligente? Podemos definir básicamente a la inteligencia como la
capacidad elegir la mejor alternativa posible en la resolución de un problema
determinado. Sin embargo, el concepto
social de inteligencia deviene junto a aquello que hace a una persona o un
grupo exitoso, adaptado al medio y sus recursos limitados. De esta manera, el
ser inteligente se complica a una infinidad de variables y por ello, se han
creado clasificaciones de diversas inteligencias, por ejemplo:
Inteligencia
verbal o lingüística: Incluye la
capacidad en la utilización, comprensión y reconocimiento del lenguaje como
herramienta creativa y de construcción.
Reconoce la especificidad de los conceptos y al mismo, tiempo la
semántica que une e hila el conocimiento aprendido con el que se desarrolla en
el pensamiento.
Inteligencia
lógica-matemática: Utilizada para
procesos de lógica formal, es la habilidad para secuenciar diversos
procedimientos numéricos y de cálculo. Es dar cuenta de la continuidad de los
fenómenos de la realidad, como el paso del tiempo y el espacio que separa a las
cosas. Muy útil para las ciencias formales y el comercio.
Inteligencia
musical: Necesaria para distinguir
tonalidades, timbres, intervalos y ritmos. Es un tipo de inteligencia sumamente
compleja, ya que implica una conjunción de habilidades motoras de alta
precisión (ejecución de un instrumento y danza), procesos matemáticos avanzados
(métrica rítmica, estructuras armónicas) y alta sensibilidad emocional
(asociaciones somáticas y de contexto cultural).
Inteligencia
espacial: Representa la habilidad
casi intuitiva de dimensionar distancias y espacios. Muy necesaria para
ingenieros, arquitectos, cirujanos y choferes.
Inteligencia
emocional: Vital para tomar cualquier
tipo de decisión personal. Implica el reconocimiento de emociones propias y
ajenas, con la consecución del mejor accionar posible. ¿Qué hago con lo que
siento?
Como es de imaginar, los distintos tipos de
inteligencia no actúan de forma independiente o clausurada. Por el contrario,
son múltiples atravesamientos de factores genéticos, biológicos, emocionales,
cognitivos, ejecutivos y sociales.
Por otra parte, el cociente intelectual (C.I.) es
obtenido por medio de la aplicación de pruebas psicométricas especializadas,
las cuales deben tener una validez y estandarización, dependientes de la edad,
nivel de escolaridad e incluso por región, existiendo pruebas estandarizadas
para la población mexicana, por ejemplo.
Funcionan utilizando la medida de una población en general, y se genera una
media, para luego distribuir los resultados en una curva de probabilidad, dentro
de la cual están los parámetros de normalidad, de inteligencia por debajo de lo
normal y por encima del término medio
La mayoría de la población se encuentra entre los 70 y
130 puntos de C.I., el resto se distribuye en las áreas de retraso y de altos
dotes intelectuales.
¿Las pruebas
psicométricas realmente pueden medir la inteligencia?
De forma técnica, sí. Pero es necesario preguntarnos
¿qué es lo que deseamos medir y para qué?
La prueba más común de inteligencia son las escalas
Weschler, que dividen sus pruebas dependiendo de la edad: para niños de
preescolar (WPPSI), para niños de educación básica (WISC) y para adultos
(WAIS). Divide su evaluación en dos áreas generales: área verbal y de
ejecución. Subdivisiones de estas áreas
correspondientes a: información (cultura general), comprensión, vocabulario,
analogías, aritmética, memoria de dígitos, identificación de matrices,
construcción y secuenciamiento lógico. El resultado final es el llamado C.I.
Así es como podemos observar que la prueba sólo se
avoca a estudiar aspectos bien delimitados de la inteligencia, lo que la hace
útil para diversos propósitos de análisis como:
·
Monitoreo del
desarrollo intelectual de niños con problemas de aprendizaje.
·
Evaluación del
deterioro cognitivo derivado de algún problema orgánico como un accidente o
demencia (Alzheimer por ejemplo).
·
Expedición de
incapacidades y pensiones vitalicias por pérdida de capacidad intelectual.
·
Detección de
neuropatologías en su medición funcional.
·
Selección laboral
y académica.
·
Auxiliar en el
diagnóstico de psicopatologías (por ejemplo la esquizofrenia)
·
Determinación de
áreas específicas de oportunidad y mejora en trabajos de rehabilitación de
lenguaje y neuropsicología.
Las pruebas
solamente pueden ser administradas, calificadas e interpretadas por un
psicólogo, que en concordancia con otras evidencias técnicas puede determinar
un resultado. En el campo real de los psicométricos que perfilan un C.I. es muy
rara la ocasión en que alguien pide conocer su inteligencia por mera curiosidad
narcisista. Igualmente, las mediciones rápidas hechas en internet no poseen
ningún tipo de validez al no estar estandarizadas ni adaptadas a una tarea en
concreto, son sólo para divertirse y pasar el rato.
Para finalizar, un C.I. no es capaz de predecir el
futuro o el valor de una persona, no puede decirnos si tendremos una familia
funcional, que cerraremos un jugoso contrato laboral o que podremos ser
felices.
Para
asesoría psicológica marca al 01 800 111 8111
Psic. José Luis
Ramírez Esparza