Las historias que relatan la vida de los asesinos
suscitan una morbosa curiosidad. ¿Cómo un ser humano criado en un país
desarrollado se convierte en un ente de destrucción? Los caminos que transforman
a las personas inquietan, y al hacer un análisis de las causas que llevan a
alguien a matar, descubrimos que son tanto ajenas como propias… finalmente la
vida se trata de decisiones.
Es aquí cuando conocemos a Theodore Robert Cowell,
alias Ted Bundy, nacido en Burlington, Vermont el 24 de noviembre de 1946. Su padre fue un militar estadounidense de quien
no se tiene identidad, Ted nunca lo conoció, y su madre, muy joven para cargar
con su responsabilidad, se mudó a casa de los abuelos de Ted, haciéndole creer
al niño que su madre era su hermana mayor y sus abuelos los padres, donde vivió
de cerca, a través de su abuelo a un hombre violento que acostumbraba golpear a
su mujer. Después de este contexto con sus abuelos, se mudó a casa de un cocinero,
de quien su enamora su madre, trató de fallidamente integrar una familia, pero Ted
no logró consolidar lazos afectivos o por lo menos de simpatía. Por el
contrario, ya entrada la adolescencia, cada vez se volvía más apartado y daba señales
de comportamientos desadaptados como el mutilar animales.
Sin embargo y contra todo, era una persona sumamente
aplicada y dotada de una inteligencia
sobresaliente, al grado de estudiar en la facultad de psicología de la
Universidad de Washington, donde conoció Stephanie Brooks, de quien quedó
profundamente enamorado y con quien sostuvo una larga relación, hasta el
momento de graduarse, cuando ella decidió dejar a Ted por su falta de objetivos
en la vida y comportamientos extraños. Ted jamás se recuperó de esta pérdida.
Intentó reconciliar su relación infructuosamente y finalmente abandonó sus
estudios en psicología, para reinscribirse en la facultad de derecho, donde
tuvo relaciones con otras mujeres. En la universidad, siempre se mostró
brillante, siendo de los estudiantes favoritos de los catedráticos que le
conocieron.
Sus conductas sexuales se volvían más violentas. Al
principio, solicitaba a sus amantes fingir estar muertas y posteriormente, sólo
alcanzaba el clímax estrangulando a sus parejas. De primera, ellas lo tomaban
como un fetiche extraño, pero después se alejaban aterrorizadas. La situación
se agravó cuando adquirió el hábito de seguir jóvenes universitarias,
fantaseando con atraparlas y violarlas, hasta que finalmente cruzó la línea con
una joven de 18 años que dejó gravemente herida tras un ataque sexual.
No pasó mucho tiempo después de este ataque, cuando Ted
Bundy asesinó por primera vez, su victima fue una estudiante de psicología de
una universidad cercana. De esta manera el estableció un método de operación:
recorrer los campus universitarios, identificar una víctima, seducirla o
engañarla, para después dejarle inconsciente, violarle e incluso matarle.
Siempre tuvo una fijación por mujeres con cabello
largo y oscuro, parecidas a su primer amor Stephanie.
Cuando Bundy fue aprehendido y llevado a juicio se
mostraba en extremo frío y calculador, confiado en la escasa evidencia que
podría haber en su contra. Al mismo tiempo, grupos de estudiosos en el
comportamiento humano y psiquiatras le examinaron a profundidad, y se determinó
la naturaleza patológica de su personalidad, considerado como psicópata, sin
sentir remordimiento o culpa por sus actos, señalaron que de dejarlo en
libertad sin duda volvería a cometer actos de deplorable violencia hacia las
mujeres.
Su muerte llegó el 24 de enero de 1989, ejecutado en
la silla eléctrica como condena por sus actos. Su juicio y ejecución fueron
eventos ampliamente difundidos en Estados Unidos y no era para menos, se dictó
sentencia por el asesinato de 14 jóvenes y posteriormente se hizo oficial la
cifra de 36 muertes. Aunque algunos especialistas concuerdan que con su astucia
para esconder los cuerpos y evidencia, la cifra podría ser de un centenar de
mujeres asesinadas.
Su ejecución fue tomada con alegría y alivio por la
comunidad, incluso, en un lugar cerca del centro penitenciario se encendieron
fuegos artificiales. Sin embargo y por extraño que parezca muchas mujeres se
acongojaron de la muerte de Bundy, para ellas, era un símbolo sexual y estaban
enamoradas de él. Su historia acrecentó en la cultura popular la imagen del “serial killer” y al más puro estilo del Silencio de los Inocentes, desde la
cárcel ayudó en la investigación de otro violador y asesino en serie. Los
caminos de la psique sí que son extraños.
Para
asesoría psicológica marca al 01 800 111 8111
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