martes, 19 de agosto de 2014

Terrores nocturnos y pesadillas



Durante la infancia, los niños se enfrentan con una realidad difusa, van discerniendo lo posible de lo imposible. En los sueños, al niño le resulta complicado dejar de lado  afectos profundos como el miedo y la angustia; por ello, cuando tienen pesadillas suelen despertarse súbitamente atemorizados, buscando el alivio de los padres. 

Las pesadillas son sueños de contenido desagradable, que pueden ser altamente vívidos, es decir, que parecen de verdad reales. Suelen ocurrir con más frecuencia entre los tres y cinco años, aunque posteriormente siguen.  Suceden en un punto del ciclo del sueño, donde la ensoñación es ligera, aproximadamente entre la cuatro y seis de la mañana en plena fase MOR (movimiento ocular rápido), cuando hay mayor producción onírica. El contenido del sueño puede ser recordado y evocado de manera sencilla. Sin embargo, puede generar tal angustia que la misma pesadilla puede repetirse de forma consecutiva por varios días.

Los terrores nocturnos, por otra parte, son sueños en los que el niño grita y súbitamente se sienta en la cama, agitado, con presencia de taquicardias y sudor. En algunos casos, aunque pareciera despierto con sus ojos abiertos, puede en realidad estar dormido. Una de las características principales del terror nocturno es que el niño no recordará el contenido desagradable del sueño,  con lo que es más fácil que vuelva a dormir. Aparecen frecuentemente en infantes mayores de seis años.

Causas

·         Los contenidos del sueño se derivan de las experiencias transcurridas durante el día. Pueden relacionarse con películas o series de televisión vistas. Por ello es importante cuidar el contenido y el horario de dichos programas.

·         Algunos medicamentos propician la aparición de pesadillas y terrores nocturnos; así como alimentación abundante, alta en grasa y/o glucosa.

·         Inquietudes generales, como ingreso a la escuela, separación de los padres, nacimiento de un hermano, mudanza de hogar, etc.

·         Ambos casos son normales, sin embargo, el terror nocturno es menos común.

¿Cómo auxiliar a un niño angustiado por las pesadillas?

·         Es importante hacer contacto corporal, abrazando y confortando al niño. Deje que cuente su sueño, e implíquese haciendo preguntas que esclarezcan detalles del mismo.

·         De forma cariñosa, hágale saber que todo lo soñado es irreal y que se encuentra en un lugar familiar, teniendo cerca a su papá o mamá; que está seguro y protegido.

·         En la medida de lo posible, no deje que su hijo duerma en su cama, para evitar que se convierta en un hábito. Intente distraerlo con otro tema que le parezca agradable; es normal que el niño no deje de pensar en la pesadilla.

·         En caso de un terror nocturno, conserve  la calma, intente despertarlo suavemente,  es probable que no responda a los primeros intentos. Solamente pregunte cómo se encuentra; no ahonde en el contenido del sueño ya que recordará poco o nada.

Consulta al pediatra, en caso de que el niño:

·         Presente terrores nocturnos y pesadillas de forma persistente.
·         En caso de que exista una causa evidente de angustia, como haber sufrido violencia, un accidente o trauma de consideración.
·         Como reacción secundaria de algún medicamento.
·         Si se presentan en adolescentes.

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Psic. José Luis Ramírez Esparza




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