lunes, 26 de enero de 2015

Vejez y psicología



















¿A dónde vamos?... –Para viejos- contestaba mi padre con actitud juguetona. La vejez es contenedora de miedos, fantasías y sobre todo incertidumbre. Por eso no es raro que le temamos y la deseemos; no llegar a viejos, es otra forma de decir que nos quedamos en el camino. Pero si lo analizamos, la vejez no es tan antigua, pero hay que verlo desde un análisis histórico.
Antes los ancianos eran venerables sobrevivientes de su sociedad y sus circunstancias, eran los testigos y las voces aún encendidas de un pasado. 

 La esperanza de vida era corta, por tal razón, ser un viejo era la excepción y no la regla.

Ahora la situación es diferente, avances sanitarios y sociales han hecho de la vejez un territorio común. La pirámide poblacional se ajusta a la gran población de ancianos y desgraciadamente la sociedad y las instituciones, no han dado la suficiente estructura para atender las necesidades específicas de esta población. Como todo intento moderno de abordaje, se ha recurrido a la especialización de áreas de atención, pero se quedan en lo parcial, cada anciano es una vida distinta, un problema diferente. Nuestro modelo cultural enaltece la juventud y su estética, la intensa energía que un cuerpo joven posee. En tal marco el anciano se siente desplazado, no únicamente como un agente de producción, sino también como objeto de deseo, como ejemplo de ellos vemos pasar el tiempo con un abuelo o un anciano más  como una piadosa acción o una obligación.

No todos envejecemos igual, ni físicamente, ni en funcionalidad, ni psicológicamente, por eso distinguimos:

Edad cronológica: El tiempo transcurrido desde el nacimiento, medido por años, meses y días.

Edad biológica: Se refiere a la funcionalidad de nuestro cuerpo en comparación con los de las personas de nuestro grupo de edad. Por ejemplo, Bruce Lee (actor y maestro de artes marciales) quien murió de 32 años, se decía que su edad biológica correspondía a la de un joven de 18 a 20 años.

Edad funcional:Correspondea la evolución del rol personal y la adaptación a los cambios.

Algunos de los aspectos importantes a considerar en la psicología del adulto mayor son:

Pérdida de la autoestima: Muchas veces, los adultos mayores están en plena facultad intelectual para realizar sus funciones. La edad dorada de investigadores, escritores e intelectuales es justamente la vejez. Sin embargo, generalmente son empujados por la jubilación a abandonar sus actividades. Se sienten desplazados e incluso obligados a dejar de trabajar. De acuerdo con esto, los adultos mayores necesitan un descanso y las instituciones necesitan juventud para construir nuevos proyectos; pero el gran aporte de experiencia y sabiduría de los mayores es invaluable. La principal causa de baja estima en los ancianos es hacerlos sentir prescindibles e inútiles. 
Pérdida del sentido de la vida: El pasar por tantas pruebas difíciles en la vida va conformando una integridad como persona. A medida que pasan los años, las ilusiones se vuelven más realistas y al repasar la vida con lo que se evalúa lo hecho o lo dejado de hacer, pueden venir sensaciones de desesperación y frustración.  Aparecen síntomas depresivos.

Dificultad en adaptación: El medio, la sociedad y las costumbres cambian. Desgraciadamente los ancianos son marginados socialmente, dejándolos sin herramientas de adaptación. Se muestran irritables e intolerantes porque no son capaces de integrar lo nuevo.

Pérdidas afectivas: Con el tiempo los ancianos han tenido que despedirse de seres queridos y ellos mismos se ven en una etapa resolutiva de su vida. Renunciar a la vida de la gente amada y a la propia es un proceso depresivo fuerte, pero al mismo tiempo necesario.

Finalmente, como personas íntegras, los ancianos merecen el respeto y cariño de parte de la sociedad, pero no desde una postura misericordiosa o paternalista, sino con propuestas de apoyo a su calidad de vida y aporte social. Finalmente es responsabilidad de los jóvenes velar por una población mayor satisfecha y bien respaldada, recordemos que en el mejor de los casos nosotros mismo como viejos, disfrutaremos de la cultura de respeto al anciano que hoy mismo practiquemos.


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Psic. José Luis Ramírez Esparzajramirez@toka.com.mx

lunes, 19 de enero de 2015

El cambio y sus pormenores


Ahora que se inicia un nuevo año, el cambio se recibe como propósitos, decisiones y especulaciones. Arbitrariamente le concedemos a esta etapa del año la oportunidad de ser el semillero de los proyectos que darán forma a nuestra vida. Infortunadamente, la urgencia, que es el motor de todo cambio, se desvanece en la desidia y la resignación, el pensar que en realidad no estábamos tan mal y que en el mero anhelo las cosas no parecían tan difíciles. ¿Cómo cambiamos?, ¿qué nos motiva a tomar una decisión y construirla?  

El primer factor a considerar es posicionar el cambio depositado en un sujeto, protagonista aislado de los procesos de motivación, transformación e intención de las acciones que inicien y detallen el proceso de cambio. Si lo pensamos analíticamente, encontramos el problema que en lo real, el sujeto de cambio, se desenvuelve en un medio atravesado en lo social y lo vincular, a tal grado que el anhelo de cambio es en esencia, una encarnación del deseo social: ¿Quieres ser atractivo para la mayoría? Entonces tienes que estar en forma y sin sobrepeso.  Otro factor es de la naturaleza del proceso de cambio. Nuestro modo de pensar en procesos generalmente es lineal, se tiene un diseño, un desarrollo y una meta, que de no ser atacada en ese orden es un fracaso o un contratiempo. Lejos de la realidad, la variable motivacional en el cambio es compleja e irregular, como también lo son las variables, cognitivo-sociales y afectivas.

Para cambiar, el sujeto tiene que tomar la responsabilidad de dirigir su proceso de cambio, en un ejercicio de cálculo, predicción, monitoreo y administración. Regular las emociones y la conducta de acuerdo con una realidad centrada en las posibilidades e imposibilidades; qué puedo hacer y qué no. Es aquí donde existen distorsiones otorgadas por la misma sociedad; se crea el mito de la inmediatez, de que el proceso de cambio no sólo es lineal, sino abreviado. Deja de ser un proceso para convertirse en un acto único de resolución de un problema. Este tipo de soluciones se venden bien porque empatan con una cultura del bajo esfuerzo y el máximo rendimiento al más bajo costo.  Ejemplo: en lugar de hacer ejercicio, usa este jabón reductor que te hará bajar tallas en 3 semanas. Visto de esta manera, parece fácil tomar una postura congruente frente al cambio, el problema que como mito, el de la inmediatez tiene facetas creíbles e incluso válidas, los avances tecnológicos, el descubrimiento de nuevos procesos renuevan la posibilidad de una real y productiva inmediatez.

Algunas posturas psicológicas dividen temporalmente el proceso de cambio de esta forma:

Pre-contemplación: aparecen elementos que nos sugieren que un comportamiento o situación son negativos o patológicos, aunque no se vive una urgencia de hacer modificaciones.

Contemplación: se gesta una conciencia del problema, de manera analítica el sujeto pondera las ventajas y desventajas de cambiar o permanecer en una idea o posición. No existe aún capacidad de compromiso con el cambio, aunque con algo de motivación persuasiva se pudiera dar el salto a la siguiente etapa.

Preparación: suceden los primeros intentos de cambio, generalmente abortados o ejecutados parcialmente. Aunque en esta etapa los intentos son una mezcla de buenas planeaciones y soluciones inmediatas, lo positivo es que el sujeto comienza forjar un marco social, criterios de conducta, de pensamiento y afectivos, enfocados a cambiar. En otras palabras, profundizamos en el tema y nos relacionamos con personas con un objetivo similar al nuestro.

Actuación y acción: se vuelven observables las modificaciones de la conducta, la capacidad de compromiso de afirma.

Mantenimiento:se consolida una autorregulación de los comportamientos dirigidos hacia el objeto de cambio. En medida que atravesemos diferentes obstáculos que prueben nuestra constancia, se afirmará nuestra confianza.

Cuales sean los cambios que hayas planeado recuerda que una actitud congruente, un pensamiento libre de ataduras y una constancia obstinada, son las mejores herramientas, para alcanzar tus propósitos. Y así como se revisó en este artículo, hazte acompañar por personas que te apoyen en tus cambios: amigos, familiares, compañeros de cambio, grupos de apoyo y terapeutas. 

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Psic. José Luis Ramírez Esparza
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miércoles, 14 de enero de 2015

Hipnosis clínica

Desde hace mucho tiempo el fenómeno de la sugestión viene dando trabajo a los investigadores de la mente humana. El ser humano es el único ser vivo conocido que puede ser sugestionado.

La hipnosis, como proceso de sugestión, ha representado una gran fuente de controversia; existen pocas definiciones claras y operativas. Aunado a esto, el ser hipnotizado tiene un velo presente de  debilidad mental o de persona fácilmente influenciable; hecho que poco ayuda a dar luz al panorama de la hipnosis como auxiliar terapéutico.

Es así, lejos de la folclórica hipnosis como medio de espectáculo y entretenimiento, que se puede dilucidar una práctica antigua y poco comprendida, la hipnoterapia se ha utilizado para tratar a pacientes con problemas emocionales e incluso físicos, pero sólo es aplicable dentro del marco de una psicoterapia o tratamiento base, es decir, no de forma casual y única, por lo tanto, únicamente puede ser utilizada por médicos, psiquiatras o psicólogos.
Se basa principalmente en acceder vía subconsciente a contenidos y experiencias, para después ser modificada o reprogramada a fin de aliviar al paciente en su sufrimiento. Aunque existan testimonios favorables, no hay pruebas científicas y metodológicas que afirman la validez técnica de la hipnoterapia. Con lo anterior, es inevitable que se hayan formado mitos respecto a esta controversial técnica:

1.      La hipnosis es un tipo de sueño con pérdida de la conciencia: Si bien es cierto que para la hipnosis es necesaria una posición cómoda, ya sea recostado o sentado con los ojos cerrados y relajación muscular, el estado de conciencia descrito es un estado intermedio entre la vigilia y el sueño fisiológico.  La persona hipnotizada responde bien a los estímulos exteriores y es capaz de articular un lenguaje claro y con buen ritmo. ¿alguna vez ha conversado con una persona que hable en sueños? Seguramente el dialogo sería sumamente incoherente y disgregado. Este mito pudo nacer a raíz de la emblemática y dramática frase que se piensa usan los hipnotistas para inducir a su paciente: “Está usted cayendo en un sueño muy profundo, sólo piensa en dormir”.
2.      El hipnotista tiene poderes especiales: Se presenta la imagen del hipnotista seductor y controlador, capaz de influenciar hasta en los mismos sueños. Lo cierto es que un buen hipnotista no es otro que un buen terapeuta clínico, capaz de saber aplicar la técnica en el momento preciso y con intensión adecuada. Por supuesto no es una característica innata, el buen hipnotista lleva una larga carrera de práctica y ensayo, incluso, con el tiempo y la investigación se ha desplazado el lugar fundamental del hipnotista por el del paciente hipnotizado como agente primario de cambio y éxito terapéutico.
3.      El sujeto bajo hipnosis no puede mentir: Es común que muchas personas busquen la hipnosis para encontrar “la verdad”, pero lo cierto es que como herramienta de veracidad es muy poco eficiente, incluso para la clarificación de recuerdos a través de la regresión hipnótica (que es para lo que la usan en las películas), científicamente no ha demostrado nada significativo que la avale como un instrumento de extracción de información.
4.      El sujeto pierde la capacidad de autonomía y hará todo lo que el hipnotista le pida: Este mito nace de los espectáculos y shows realizados con el simple fin de entretener. La hipnosis como proceso de sugestión, hace simplemente lo que su raíz semántica le permite; solamente sugerir. Jamás existe la pérdida de autonomía y la hipnosis simplemente profiere  un campo fértil de apertura de conciencia, vislumbra los caminos que permitan la realización de una tarea y objetivo terapéutico.
Concluyendo este tema nos damos cuenta de que la hipnosis está lejos de ser una cura milagrosa o mágica. Se trata solamente de una técnica o herramienta que se utiliza en ciertos momentos y para algunos casos. El mismo Sigmund Freud deshecho pronto esta técnica de su repertorio al darle pobres resultados clínicos. Sin embargo, existen muchos defensores de su eficacia y validez, sería necesario un estudio científico bien adaptado que permita descubrir qué opciones nos permite abrir la hipnosis

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lunes, 5 de enero de 2015

Crisis de ansiedad y cómo aliviarla

La ansiedad es un elemento fundamental del estudio psicopatológico. Se encuentra en diversos trastornos fóbicos evitativos. En resumidas cuentas una crisis de ansiedad se vive como una invasión incontrolable de miedo. Por supuesto, los síntomas de la ansiedad aunque corresponden a un origen subjetivo, provocan reacciones fisiológicas reales y en algunos casos graves.

Entonces ¿qué diferencia existe entre el miedo y la ansiedad? Por una parte el miedo es la respuesta a un estímulo existente y actual, algo que necesita huida o ataque para resolverse, pero en la ansiedad el objeto es desconocido, ni  está presente, es una anticipación a la amenaza que no permite resolverla por alguna vía natural ataque-huida.

Esta caracterización cognitiva de la amenaza es un territorio proclive a la distorsión de lo que en verdad es peligroso y en qué potencia. Una ansiedad normal es útil para sobrevivir y mantenernos alerta, pero cuando sobrepasamos el umbral ya sea de intensidad de los síntomas o irreal del peligro se tiene que poner atención urgentemente. Hay que considerar los siguientes elementos involucrados:

Componentes cognitivos-subjetivos:
·         Vivencia de miedo, pánico, alarma, inquietud.
·         Preocupación y presencia de pensamientos obsesivos de contenido amenazante.

Componentes fisiológicos:
·         Incremento de la actividad del sistema nervioso autónomo.
·         Sudoración, temblor, dilatación de la pupila, tensión muscular, taquicardia, hiperventilación, aumento de la necesidad de orinar y defecar, palidez, sequedad de boca.

Una crisis de ansiedad es un episodio súbito caracterizado por una descarga de síntomas somáticos, psicológicos y emocionales. Aunque pueden desatarse bajo ciertas situaciones, la realidad es que suelen ser espontaneas, aun estando tranquilos previamente. Los síntomas incluyen:

·         Palpitaciones.
·         Sudoración.
·         Sacudidas musculares o temblores.
·         Sensación de ahogo y respiración dificultosa.
·         Molestias difusas en el pecho.
·         Náuseas y malestares estomacales.
·         Entumecimiento y hormigueo en el cuerpo.
·         Vértigo y mareo.
·         En ocasiones por la hiperventilación se puede perder el conocimiento.
·         Inquietud y desesperanza.
·         Sensación de muerte inminente, sufrir un infarto o derrame cerebral.
·         Intenso terror a volverse loco y  perderse para siempre.
·         Despersonalización.

Esta avalancha de síntomas ocurre en un periodo no superior a los 30 minutos y tiene su clímax a los 10 minutos y como dicho evento es traumático, generalmente provoca respuestas fóbicas a la situación y entorno en donde se desarrolló la crisis. Por lo cual, aún con una sola crisis es recomendable la consulta con un profesional especialista.

¿Qué hacer en caso de crisis de ansiedad?
1.      Cambia inmediatamente de ambiente saliendo de la habitación donde tienes la crisis y ponte cómodo con una posición relajada, destensando los músculos.
2.      Nuestro ritmo respiratorio incide también en el ritmo cardiaco. Respira cíclicamente dividiendo en cuatro segundos cada proceso de inhalación, retención y exhalación.
3.      Visualiza y concéntrate en una imagen mental ancla de relajación o un mantra que te aleje del contenido mental que te atemoriza.
4.      Si todo lo anterior no es suficiente, respira dentro de una bolsa lentamente hasta tranquilizarte. Esto limitará los síntomas somáticos.
5.      Como prevención, practica el hábito de la meditación y el yoga.
6.      Consulta con un profesional de la salud mental después de una crisis o si tienes dudas.

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