martes, 14 de octubre de 2014

Las pasiones

La raíz etimológica de la pasión es “padecer”, dirigido hacia una persona, un símbolo o un objeto. En nuestro contexto judeo-cristiano-católico, la pasión va ligada a la locura y los vicios, una transgresión de lo bueno por el pecado. La pasión se representa por medio de la mitología clásica como movilizadora del caos que siembra la historia, la promiscuidad de Zeus, el bizarro amor de Hades por Perséfone o la locura de Dionisio.

Las pasiones son destinos, una ida y vuelta que pasan de largo la racionalidad.  ¿Para qué se juega la vida por amor, miedo y odio? Para la filosofía de la modernidad, desde sus avatares positivistas y estructuralistas, el ser humano se planta como un ente primordialmente racional, capaz de secundarizar su propia realidad a través de la lógica formal y la matemática lineal, como sucede en caso del saber científico.

          
  Desafortunadamente, la biología y ciencias sociales, han demostrado que la insignia racional no es tan imperante como se pensaba. Diversas ramas científicas han intentado dar cuenta de la ocupación de la racionalidad conviviendo con la irracional pasión: la neurociencia, psiquiatría, el psicoanálisis, las ciencias cognitivas y la cibernética, entre otras.  Principalmente se encuentra en estas áreas, posturas que incluyen naturalmente, la influencia del cuerpo biológico como generador de instintos y pulsiones, catalizadores de actos pasionales. Otras posturas ahondan en la especificidad ontológica del desarrollo de un germen pasional: la relación temprana madre-hijo. Lo irracional, se mueve sin palabras, en un lenguaje pre-verbal. El bebé que va constituyendo una personalidad, no se vale de otro lenguaje más que el cuerpo a cuerpo, por medio de su boca, de la aprehensión con sus manos, la mirada, el timbre de voz, del orinar y defecar. Su vínculo hacia la madre es un acto de pasión, por lo cual, lo que nos apasiona es aquello que nos causa placer y satisfacción.

La pasión, como es de imaginarse por su alto contenido visceral, es campo fértil de la patología mental y de la conducta, con clara falta de control en impulsos, que suscita actos violentos como riñas colectivas, ataques de celos, infidelidades, entre otros comportamientos.

Nadie se libra de la pasión y de las locuras que nos acarrea, en mayor o menor medida, es de los grandes motores que dan forma a nuestra vida y realidad.


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Psic. José Luis Ramírez Esparza

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