martes, 3 de febrero de 2015

Cine y representación psíquica


“El cine une la vigilia con el sueño” André Breton

Hace muchos años -espero no tantos- cuando era niño y apenas comenzaba a entender la vida, veía las películas que por suerte teníamos en casa reproducidas en una vieja Betamax.Cuando no eran animadas y eran interpretadas por actores de carne y hueso no distinguía la irrealidad de la presentación que veía en escena: quienes se amaban, se amaban de verdad y quienes morían se habían sacrificado por la película. Gracias a mis padres, entendí que el cine es una representación ficticia. Tuve un desencanto y un alivio: los seres deformes de las películas de terror eran muñecos de plástico, el soldado caído en combate era un actor embarrado de algo que sólo podía ser cátsup y los amantes en el mejor de los casos, en la vida real eran apenas colegas histriónicos.

Antes del cine, la pintura y la escultura ostentaban la mayor proximidad a la estética de la realidad, usaban geometría y matemáticas, que para los modernos era el lenguaje de la creación.  La música por su parte, exploraba ámbitos más emocionales y estructurales, aunque pudiera ser la ópera su mejor intento de reproducir una realidad, nunca tuvo esa intención. El cine apareció como todo arte, de manera lenta, constante.  Precedido por la fotografía y el teatro, era una realidad representada y mejor aún, reproducible.

Todos vivimos una realidad propia, concerniente a nuestros actos, medio y posibilidades.  Con el cine sucede algo muy similar al sueño, esa realidad se aumenta por lo menos en la fantasía y el imaginario, pero no por ello está reñido con nuestra lógica. De hecho sucede algo muy similar a lo que se vive en una terapia de grupo, donde somos capaces de identificarnos en los otros, a través de su historia y sus emociones. Pero por supuesto, desde mi propia posición, algo se mueve. Algunas películas nos enganchan y otras nos son indiferentes.

Particularmente recuerdo en una película infantil llamada “UP”, una escena a modo de prólogo, que en menos de diez minutos relata la vida de una pareja desde niños hasta el fallecimiento de la esposa ya anciana. La escena mostraba la cotidianidad y dificultades de todo ser humano de un contexto similar; por el contenido resulta ser identificatoria y conmovedora; es una parte de la historia dirigida a los adultos, son ellos quienes la viven más intensamente.

Edgar Morín en su ensayo l’homme imaginaire (1956) propone una profundidad en los procesos y transferencias psíquicas desarrolladas en la situación cinematográfica. En este ensayo se enuncia desde la antropología, el significado fílmico resultante de la unión entre lo puesto en escena a propósito del autor y la imaginación del sujeto que contempla.  El relato ficticio bajo este supuesto, genera una intensa aparición de sentimientos que acelera lo que antes nombramos como identificación, ya sea con los personajes, actores reales o situaciones.

Es evidente entonces, que la responsabilidad interpretativa del filme recae en quien lo propone y quien lo recibe. Un ejemplo: una de las partes fundamentales del cine, es el tráiler promocional destinado a generar una expectativa y una vivencia previa con el fin de seducirnos. Una película de suspenso como El resplandor puede ser reinterpretada a una comedia familiar en el interjuego de propuestas autor-receptor, en donde el creador del tráiler es evidentemente un receptor reinterpretando.



Así es como con herramientas creativas y tecnológicas vamos ganando medios de crear significantes. En adelante, hay que observar como otros artes nacen, tal como los videojuegos que de manera acelerada, complejizan su estructura de crear identificaciones y movimientos emocionales desde propuestas distintas.

Referencia:

Morin E. (1972)El cine o el hombre imaginario. Barcelona: Seix Barral.


Visita http://asesoriapsicologicaeasy.blogspot.mx/ para conocer más sobre otros temas de interés.

Para asesoría psicológica marca al01 800 111 8111

Psic. José Luis Ramírez Esparzajramirez@toka.com.mx

No hay comentarios:

Publicar un comentario