lunes, 30 de marzo de 2015

Calidad de vida y éxito


Vivimos bajo modelos económicos y políticos en los que se nos hace creer que la calidad de vida viene enteramente del exterior, provista por las instituciones a nuestro cargo cómo la escuela, trabajo, gobierno, seguro social, etc. Esta creencia nos hace sentir de algún modo, libres de la responsabilidad de procurar nuestra calidad de vida. Por otra parte, el éxito  si que es una responsabilidad directa. Dar un hilo conductor a la relación que hay entre calidad de vida y éxito, desde una postura elegible y responsable por parte de cada persona es un promotor de crecimiento personal y realización en la vida.

El día tiene sólo 24 horas, es un común denominador para todas las personas, incluso el ser humano más productivo vive en un marco de 24 horas para organizar su vida. ¿Cuánta energía utilizamos para distribuir nuestro día? Generalmente, la mayor parte de esa energía se usa para cuidar de nosotros mismos, de resolver en nuestra mente todos los problemas, a veces sin lograrlo. Lo que resta de esa energía, puede usarse al exterior, para observar las oportunidades que pasan frente a nosotros, abordarlas y aprovecharlas. El problema es cuando utilizamos la mayoría de nuestra energía internamente, en donde todas las cuestiones del grupo de trabajo, de salud física y mental nos desgastan, constantemente nos preguntamos si hacemos bien las cosas, ¿cómo las debería hacer?, ¿a los demás les gustara cómo lo hago? Es un estado de incertidumbre que  nos mantienen estáticos, sin crecimiento.

Respeto y confianza

Ambos son valores de inmensa trascendencia para la calidad de vida y el éxito. Cuando nos reunimos en la toma de una decisión importante de familia o el trabajo, el respeto surge como una sincera intención de escuchar y ver  a los “otros”; de integrar sus opiniones, ya que desde su visión y posición ofrecen algo diferente a lo que ya conocemos, algo que me nutrirá y que aportará al proyecto que estamos trabajando. La confianza, es saber que mi posición y opinión también son tomados en cuenta y no sólo esto, sino que al darnos la espalda tras tomar una decisión, al momento de implementarla, cada quien hará su trabajo correspondiente con el mejor esfuerzo, en una entrega intelectual, creativa.

Cuando no existe el respeto ni la confianza, a nivel personal ponemos defensas y barreras frente a los otros, no existe atención sincera y la integración de ideas, al ser considerada una obligación, es improductiva, se vive en la incomodidad. A nivel de las organizaciones, se implementan políticas y medidas de vigilancia al trabajador, se presupone que no hará su trabajo bien. Todo esto es un gasto de energía interior, que disminuye la energía exterior, la que nos permite abordar problemas que nos hacen crecer.

 En otra faceta, ¿Qué tanto me auto-respeto? Y ¿Cuánto confío en mí?, cuando el nivel de confianza es bajo hacia nosotros mismos, vivimos en el miedo y la indecisión, incluso las opiniones de los demás son confusas. Si recibimos una crítica, no sabemos si tomarla de forma constructiva o destructiva.  Cuando hay auto-respeto y autoconfianza, las indecisiones y desacuerdos internos son respetados y asumidos de forma natural, sin ansiedad “esta bien, no tengo que ser perfecto, no tengo que estar en lo correcto”. Vivo un conflicto saludable, hasta asumir una decisión o una postura a seguir. Esto en un proceso de integración nos vuelve personas centradas, firmes; “yo se quien soy, se quién no soy, estoy en paz”.

El ser alguien que respete y confíe es algo que provee de muchas oportunidades, el ser confiable lo es más, ya que el respeto y la confiabilidad son claves del éxito. Pensemos en Suiza, un país sin recursos naturales, sin petróleo, gas, oro o diamantes, sólo cucús, chocolate y nieve. Subsiste exitosamente en la cima de la calidad de vida y éxito a través de que las personas se respetan y son dignos de confianza, valores que han probado a lo largo de la historia. En este país,  las principales fuentes de ingresos son las instituciones bancarias, farmacéuticas y científicas.  Países como Sudáfrica o Gabón, incluso México con una inmensa riqueza de recursos naturales, no son capaces de hacer valer su potencial de éxito. Los países no son exitosos por sus recursos, sino por sus instituciones, sus grupos y sus personas.

El éxito no se mide en dinero, se mide en la capacidad de ser felices, por ejemplo: Bután un pequeño y humilde país asiático, no mide su éxito en un producto interno bruto, lo mide en felicidad nacional bruta. La calidad de vida de las personas se valúa pensando en:

·         Bienestar psicológico.
·         Uso del tiempo.
·         Vitalidad de la comunidad.
·         Cultura.
·         Salud.
·          Educación.
·         Diversidad medioambiental.
·         Nivel de vida.
·         Calidad del gobierno.

Para terminar, el éxito no provee de calidad de vida, ni la calidad de vida necesariamente nos provee de éxito, son una integración, un equilibrio, mas que ser feliz, debemos ir siendo felices en un proceso de construcción constante.

Visita http://asesoriapsicologicaeasy.blogspot.mx/  para conocer más sobre otros temas de interés.
Para asesoría psicológica Toka marca al 01 800 111 8111
Psic. José Luis Ramírez Esparza

Referencia:

  Basado en el trabajo del Dr. Ichak Adizes. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario